Rossana Villarreal: "Uno se debe hacer compañera y amiga de la diabetes"
Así lo confiesa esta mujer de 44 años, que fue diagnosticada hace cinco con dicha condición. Contadora de profesión, una parálisis psicomotora de nacimiento la mantiene en una silla de ruedas. A pesar de ello, disfruta la vida y asume la diabetes “como una ayuda, no como una enfermedad”.
Rossana Villarreal es alegre, optimista y coqueta, como ella se define. Tiene 44 años y vive con Nury Suaz, su mamá, una enfermera jubilada de 80 años, edad que no representa. La vida de estas dos mujeres transcurre tranquila en San Felipe.
Rossana trabajó durante 9 años en el área de finanzas del Sename, ya que es contadora de profesión. Estando en esta institución le diagnosticaron diabetes. “Fue cuando tenía 39 años. Al principio me trataron una supuesta diabetes tipo 2, pero como no resultó la terapia, me hicieron nuevos exámenes y me dijeron que tenía diabetes tipo 1. Comencé a inyectarme insulina”, relata.
A diferencia de lo que se puede creer, Rossana no se asustó ni se entristeció. Hoy confiesa que la ayudó a ordenarse con los alimentos y a superar algunas barreras personales, “me dio un impulso para amar la vida, a ver cada día como una nueva oportunidad”, agrega.
Si bien para Rossana la diabetes no fue compleja de asumir, sí lo fue para Nury. “Mi mamá sufrió, lloró, lo pasó mal, pensaba por qué me pasaba esto, si yo ya estaba en una silla de ruedas. Sin embargo, al ver que estaba bien, ella también se fue poniendo mejor. Incluso como fue enfermera me ayuda con los pinchazos, me recuerda las horas de mi comida, es un gran apoyo”, afirma.
Evitar la desesperación
Rossana es una mujer fuerte. Lo ha sido desde siempre, ya que por nacer con solo 5 meses y medio, se le gatilló una parálisis psicomotora que no le permite caminar. Pero eso no la ha limitado para estudiar y viajar, ya que junto a su madre, su abuela y su hermana vivieron 27 años en Mendoza.
Nury consiguió un buen trabajo en la ciudad trasandina cuando Rossana solo tenía un año, por lo que decidió establecerse allá con sus hijas y su madre. Luego de ese periodo regresan. “Mi abuela quería morir en Chile, además el tema económico se puso difícil, así que decidimos volver, pero mi hermana se quedó, porque se casó y tuvo seis hijos”, explica.
Actualmente está buscado trabajo de contadora y baraja la posibilidad de abrir su propia oficina. Además, le encanta enseñar, pero no precisamente sobre números. “Me gusta la religión, así que hago clases a niños de 1º a 8º básico y también a adultos mayores en mi casa, pero no les cobro, es solo por gusto”, asegura.
La fe, su alegría y esa fuerza que la caracteriza ha hecho que la diabetes no sea un problema para ella y así le gusta comunicarlo: “La diabetes hay que recibirla con ánimo y alegría. Hace que uno estudie, se informe de todos los procesos y conozca más de qué forma tratarla. Hay que evitar la desesperación, ya que genera más desesperación. Yo aconsejaría que lo tomen como una ayuda, no como una enfermedad”.
Y agrega: “Quiero agradecer toda la información y ayuda que entrega Accu-Chek®. Es un sitio muy útil para mí, ya que constantemente están publicando temas interesantes. Yo los sigo siempre, me encanta el recetario”.